Casualmente, por estos días, sostuve un amistoso debate con dos de mis amigos acerca de la siempre candente polémica relacionada con el origen del hombre y de la especie humana en particular. Por una parte, mis amigos sostenían la versión bastante arraigada de que el hombre proviene por efecto de la selección natural, lo cual constituye -aunque en mi modestísima opinión, no es convincente- una de las bases de la síntesis evolutiva moderna, desarrollada a mediados del siglo XIX por el celebre naturalista ingles Charles Darwin.
Como quiera que entre la Iglesia, cuyos argumentos anticientíficos, han sido impuestos durante generaciones enteras desde los albores de la historia hasta la era moderna, lógicamente como una manera de conservar su preponderancia y el avance científico, mucho mas notable e incontenible justo a partir del momento en que se produce la primera revolución industrial, entre los siglos XIII y XIX, ha existido un conflicto sin tregua, dada la característica intrínseca de cada cual de oponer sus diferentes puntos de vista apoyado por una parte, en la tradición religiosa y la enseñanza del conocimiento teocrático de la Iglesia y sus aliados y por la otra: en la incansable capacidad de búsqueda, comprobación verídica de sus investigaciones y la exposición autentica de los descubrimientos mas contundentes alcanzado por la ciencia en nuestros días.
Pero, ¿quien tiene la razón?
Digamos que, por solo citar un ejemplo, la Iglesia católica tiene en la actualidad –según estudios recientes- cerca de 1,100 millones de seguidores en el mundo entero, sin contar con otras religiones, que podrían sumar cerca de 300 millones mas, o sea, 1/5 o 20,6% de todos los seres humanos que habitamos el planeta (alrededor de 6,735 millones) lo cual es un numero respetable, y la comunidad científica, según datos de la AAAC (siglas en ingles) cerca de uno de cada 100 habitantes posee un doctorado, titulo universitario o grado académico. Esto sugeriría que por mayoría la base religiosa que defiende la hipótesis de la creación aventaja por mucho la base científica que apoya la evolución y que por aplastante mayoría la versión que implica el hecho de que si hubo una creación ejecutada por un ser supremo o entidad inteligente ganaría la pugna en cuestión. Pero, seriamos injustos si diéramos todo el crédito a las especulaciones y no nos apoyáramos en los estudios exhaustivos que han ido revelando recientemente los hechos tal y como son. Esto podría ser, de cierto modo, algo cuestionable si no consideráramos que últimamente hasta el 40% de la comunidad científica mundial haya tenido una tendencia ciertamente justificada de apoyar la creencia de una fuerza sobrenatural creadora. Esto es, a pesar, de un sentimiento generalizado, especialmente entre aquellos lideres, seguidores de Darwin, que mantienen un punto de vista más “ateo” cuyo sustento y permanencia esta dado por la necesidad que ofrece la evolución para escapar de cualquier implicación concerniente a Dios o a una “creación”. Pero, ¿por qué sucede esto? Veamos.
Según el Dr. John Morris, presidente del Institute of Creation Research, “los científicos de hoy están viendo mas que nunca la evidencia incuestionable de la creación […y la ven muy claramente, además] Sin embargo, presiones colaterales, compromisos financieros, seguridad política, y toda una serie de conflictos los fuerzan a mirar hacia el otro lado e ignorar los hechos."
Por otra parte, el columnista G. Caylor, según un trabajo periodístico realizado como resultado de varias entrevistas a un panel de especialistas en Biología Molecular, determino que “el resultado de las investigaciones biológicas, producto de profundas investigaciones, ha sido un trabajo honorable. […] y mientras hacíamos el proceso hemos tenido que lidiar con un elefante en la sala. […] Si, el diseño de la creación es como un elefante en la sala. Ocupa un espacio, se mueve, hace un ruido enorme, nos aplasta, acaba con todo alrededor, come toneladas de comida y huele como un elefante. Y… ¡todavía juramos que no esta ahí!"
El origen de las especies por selección natural, o teoría de la evolución desarrollada por Darwin y Wallace, aparece convenientemente en un momento histórico donde se acomoda muy sutil y fértilmente en las culturas e intelectos de aquella época. La iglesia, con su poder tiránico desde siglos antes, ejercía la imposición de sus puntos de vista, sin abrirse a las expresiones de otras ideas. Los abusos, los excesos, las persecuciones, los asesinatos en nombre de Dios, fueron en detrimento cada vez mayor de la fe de sus seguidores, de manera que científicos, maestros, obreros, feligreses y gente de pueblo comenzaron a abrazar esta nueva teoría del surgimiento del hombre como forma de expresar su descontento con la Iglesia. Así, de esta manera, la belleza y sencillez de la teoría darwiniana no solo consiguió el apoyo de la comunidad científica e intelectual sino también el apoyo del pueblo. La idea de la creación se convirtió entonces en un dogma de fe. La nueva teoría de Darwin promovía un contenido más lógico y por ende, más creíble.
Sin embargo, la comunidad científica se apresuró en dar el beneficio de la aceptación a la flamante teoría y se negó a comprobar científicamente los fundamentos que supuestamente la apoyaban.
Darwin argumentaba como un principio básico de su exposición que los individuos mas capaces de una especie son los que sobreviven y que esta característica se transmitía de generación en generación, provocando cambios sustanciales producto de la competencia por los recursos limitados que llevan a la lucha por la existencia y las transformaciones que se deriven de esta, trayendo como consecuencia modificaciones hereditarias y por lo tanto, nuevas especies.
Una coincidencia sorprendente entre la teoría de Darwin y los escritos bíblicos acerca de la creación de la vida, es que el orden de etapas que describe la Biblia que fue creada la vida (origen de los océanos, creación de la tierra, surgimiento de de la vida en el mar, aparición de aves y mamíferos) es la misma secuencia de las divisiones principales del tiempo geológico, como las describe la ciencia.
Una teoría en esencia muy fascinante, sencilla y… lógica
Pero, los últimos 100 años han sido testigos de uno de los más importantes hallazgos del hombre en materia científica: el descubrimiento de un código genético que podría anular por completo los cimientos de esa teoría: el ADN. (Continuará…)
Por ahí he escrito alguna vez que dios es córtex, y si es córtex, creo que con toda lógica cada uno de nosotros experimentamos a dios todos los días en cada momento. Pensaría en alguna teoría mas personal, que toda creación sea filosófica o material, solo es capas de hacerse real a partir de nuestra percepción del mundo que habitamos, y para que este exista es necesaria una conciencia racional capas de preguntarse el por que de las cosas. de no ser así, el conocimiento existencial seria desconocido y por ende inexistente.
ResponderEliminarJean-Paúl Sartre, argumento que el hombre, el ser, es lo que es en si, idéntico a si mismo, sin razón, sin causa, ni necesidad, denso, pleno, macizo en la existencia la cual precede a la conciencia y esta, es siempre conciencia de alguna cosa y nace atraída por un ser que no es ella, ese algo trascendente a la conciencia que es puesto por ella es lo que llaman fenómeno, que es todo lo que existe y que no esta contenido en la conciencia si no puesta como trascendental, y si la conciencia es conciencia del ser, ha de ser distinta del ser, y esta distanciamiento del ser es el no ser. El hombre se hace así mismo y lo que llega a hacer, depende de sus elecciones. Según este renombrado filosofo el hombre huye del ser que es al ser que será, huye del ser hacia el ser, pero esta huida solo acaba en la muerte que es la imposibilidad de todas sus posibilidades y por ello aspira contradictoria-mente a ser un proyecto ideal de ser en si para si, el consiente auto-fundado, dios.
Esta idea de Sartre responde muchas preguntas sobre la conciencia del hombre, su necesidad de trascender como ser y sobre todo experimentar cualquier formula de posibilidades que para el son ideal. Dios seria en todo caso, el ser ideal que vive fuera del alcance de la razón científica racional de las cosas, y jamás abandonara esta idea fuera O dentro del mundo pese a su circunstancia natural de constante investigación. No obstante, la voluntad de mi ser no podría desvincularse de tales posibilidades si dios es córtex, porque también es parte de la fenomenológia existencial, y aunque no es una cosa la conciencia, responde a nuestro deseo de trascendencia. Por que será?
Gracia Luison