viernes, 10 de junio de 2011

El Hombre: ¿Creacion o evolucion? (Parte Dos)

Por JtvLion


“El más maravilloso sistema del sol, planetas y cometas, solamente podría proceder de la determinación y dominio de un ser inteligente y poderoso. 
Sir Isaac Newton

El ADN o ácido desoxirribonucleico, (en inglés DNA) se define como un biopolímero (compuesto químico formado por unidades estructurales que se repiten o nucleótidos, fue aislado por primera vez en 1869, por el medico suizo Friedrich Miescher) el cual constituye el material genético de las células. Está formado por unidades que están ordenadas según una secuencia y es ahí donde se encuentra la información para la síntesis de proteínas. Es el responsable del código genético, que determina en gran medida las características de los seres vivos al nacer.

Teniendo en cuenta esta premisa, pudiéramos formular lo siguiente:

Un organismo para reproducirse necesita de la molécula de ADN, que es la que trasmite la información genética de generación en generación. Esta molécula tan extremadamente compleja está compuesta por bases nitrogenadas. Los genes y cromosomas que se transmiten como consecuencia de la información contenida en ella son a su vez moléculas también muy complejas cuyo contenido se puede considerar como un almacén de información (mensaje) necesaria para construir y sostener el organismo en el que reside, y se transmite de generación en generación. El conjunto de información que cumple esta función en un organismo dado se denomina genoma, y el ADN que lo constituye, ADN genómico.

Pensemos por un instante en el ejemplo que dio Albert Einstein: “…Si desarmamos un reloj de cuerda y observamos su mecanismo interno, vemos que está compuesto de una serie de engranajes, mecanismos diversos que nos convencen de que es imposible de que por casualidad se haya juntado todas y hubiesen puesto en movimiento un mecanismo tan exacto como un reloj.”


Más bien pensamos que ese conjunto de piezas tuvieron que haber sido creadas y armadas por una mente inteligente que unió los engranajes y piezas para darle movimiento a ese reloj para que funcionara adecuadamente. […]”

Para ilustrar lo que digo, voy a presentar 2 ejemplos sencillos:

Si agarramos un dado y lo tiramos, la probabilidad de que nos salga el 2 es 0.16. O sea, 1 dividido entre 6, o simplemente dicho, 1 de 6. Si tiramos el dado dos veces, ¿Cuál es la probabilidad de que nos salga el 3 en la primera tirada y el 1 en la segunda tirada?

Matemáticamente, la probabilidad de cada tirada se multiplica por la probabilidad de la tirada sucesiva. Ejemplo: 0.16 x 0.16 = 0.0256. Claramente, podemos ver que la probabilidad se hace menor mientras que aumentan los eventos, en este caso 2 tiradas de dados.

Basándonos en esta sencilla demostración de probabilidades, si agarramos una computadora y la desintegramos en 200 piezas y las esparcimos, ¿Cuál es la probabilidad de que en una “explosión”  las 200 piezas caigan ordenadas en su lugar respectivo para su funcionamiento apropiado mientras la computadora esté encendida con un sistema operativo Windows 7 instalado?

La probabilidad es aproximadamente: 1/200x1/200x1/200… ¡multiplicado doscientas veces! Lo cual es lo mismo que: (1/200) ^ 200 = 6.22e  ̶ 460, es decir, 6.22 antecedido de… ¡460 ceros! Aunque esta probabilidad no es imposible, matemáticamente es considerada cero.

Pero no olvidemos que 200 partes es un número irreal. Solamente Windows 7 está compuesto por miles de líneas de código que “inteligentemente” han sido puestas en el debido orden para que puedan funcionar como el sistema operativo que es.

Pues bien, la molécula de ADN es infinitamente más compleja que un reloj de cuerda, o un sistema Windows 7, lo cual podría eventualmente llevarnos a la conclusión de que, dada una probabilidad prácticamente cero, seria muy difícil, por no decir imposible, que se haya generado por azar.

Otro aspecto a tener en cuenta seria el siguiente. Según el profesor en Biología y Genética de la University of California, Irvine, Francisco J. Ayala,  “partiendo de la teoría darwiniana, para que la herencia sea fidedigna es imprescindible que la duplicación del ADN sea extremadamente precisa. Pero, no lo es completamente, de manera que aparecen errores que dan lugar a las mutaciones que hacen posible la evolución.....”

“Examinado el ADN de las especies, los científicos hemos reconstruido su historia evolutiva. Así se ha sabido que el antepasado común a los diez millones de especies vivientes fue una célula que vivió hace 3.500 millones de años, tan sólo unos cientos de millones después de que se formara la Tierra. Durante los siguientes 2.500 millones de años, los descendientes de dicha célula seguirían siendo seres microscópicos, aunque el número de especies no dejara de multiplicarse.....”

“De esa célula descienden también todos los animales, incluido el hombre. [...]

“Ahora bien, si esto fuese la única verdad, y debido al sencillo principio físico y metafísico de la acción y la reacción que dice que toda acción para que exista tiene que tener una reacción, sería fácil deducir, que la evolución de la célula tendería a su autodestrucción como ser vivo, ya que esa tendencia es la reacción de menor energía consumida en contra de la otra, cuya función seria escalar hacia organismos más complejos y perfectos.”

“Si las mutaciones –concluyó-  son errores del funcionamiento del mecanismo de reproducción de los seres vivos ¿Porque una mutación va a originar una especie cada vez más compleja y perfecta? ¿No será más fácil y creíble lo contrario? Por otro lado, si la adaptación al medio exige que un chimpancé adapte su cerebro a pensar más y mejor, ¿Por qué entonces no lo van a conseguir todos los chimpancés, por ejemplo,  y así transformar su especie totalmente y no parcial como hasta ahora, en nuestra propia especie? ¿Es que hoy día no hay suficientes razones -incluso muchas más, ya que estamos acabando con ellos- para que puedan hacerlo?”

La evolución falla en explicar la existencia de tan siquiera una “célula simple”. El organismo unicelular más simple posee en sus genes y cromosomas tantos datos como hay cartas en las bibliotecas más grandes del mundo; un trillón de cartas. Hay cientos de miles de genes en cada célula. La mayoría de las formas de vida tienen tales células complejas en perfecto orden. No hay manera de que un proceso al azar pueda organizar tanta data masiva. La posibilidad matemática de que un cuerpo humano sea formado accidentalmente es la misma que la de una explosión en una imprenta pueda formar un diccionario.
Sir Fred Hoyle, ateo, y creador de la teoría “estado-continuo” del origen del universo, cree que las probabilidades de que la casualidad haya formado la vida en el planeta son tan pequeñas que pueden ser comparadas con la casualidad de que “[…] un tornado atravesando un depósito de chatarra pudiera ensamblar un Boeing 747 con los materiales que allí se encuentran” (Hoyle on Evolution, Nature). Sir Fred Hoyle hace otra colorida comparación utilizando una criatura peluda apreciada por los evolucionistas: “No importa cuan grande sea el ambiente que uno considere: la vida no puede tener un comienzo al azar. Aunque tengamos tropas de monos escribiendo al azar en un teclado, los monos no podrán producir las obras de Shakespeare por la razón práctica de que todo el universo observable no es suficientemente grande para contener las hordas necesarias de monos, los teclados requeridos, y de seguro las cestas de basura requeridas para la deposición de los intentos… equivocados. Lo mismo aplica para los materiales vivos.”

La evolución sugiere por si misma, una teoría sin evidencias comprobadas que la respalden científicamente, pero los hombres han hecho y harán lo imposible para demostrar lo contrario. Es hora de enfrentar entonces la gran pregunta: ¿Estaría a si misma respaldada científicamente la teoría de la existencia de un Creador universal que inteligentemente formó toda vida?    (Continuara...)

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